-¡A que no sabéis cómo son los ojos de la Virgen! Yo si lo sé.
Se hablaba un poco de todo, y, también, de cuestiones religiosas. Dos muchachos jóvenes universitarios y un hombre mayor, poco cultivado, sencillo. Los tres estaban de acuerdo en la importancia de la Virgen María en la propia vida. De repente el anciano se "descolgó" con una salida desconcertante para los muchachos:
-¡A que no sabéis cómo son los ojos de la Virgen! Yo si lo sé.
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Cuenta Paul Claudel, en su inmortal obra teatral L'annonce faite a Marie, un bello ejemplo de misericordia con el prójimo para poder uno mismo esperar de Dios el mismo trato.
Jacques Hury desea castigar con dureza a un ladrón de leña al que ha sorprendido en pleno robo en tierras de su futuro suegro, para quien trabaja. Habla incluso de sacar la navaja y cortarle las orejas. Jacques es ante todo un hombre justo, duro a la hora de exigir el cumplimiento de la justicia, que se concreta en dar a cada uno lo suyo. El padre de su amada Violaine, el dueño de los árboles, se lo impide e, incluso, le ordena que le regale otro fardo, y explica: |
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