Un sacerdote nos refiere un bonito ejemplo de piedad sencilla. Lo protagoniza un chaval, "barman" en una cervecería sevillana (cfr. A. Manuel Fernández, Santa María y el amor humano). Le pregunta al final de una clase de formación cristiana:
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Fue testigo del hecho Jaime de Ossó, padre de D. Enrique, futuro Fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y se lo contó emocionado a su mujer, la buena de Doña Micaela, aquel mismo día.
'Aunque a primera vista pueda parecer un sinsentido, lo cierto es que la extraordinaria piedad para con Dios fue la causa de que San Juan de Ávila se quedara en Sevilla y no cumpliera su sueño de embarcarse para misionar en América. Todo tiene su explicación en este mundo.
El mismo día de la boda, al quedarse solos, pidieron al Señor que la vida que empezaban en común se viera coronada por el éxito. También rezaron por los hijos que tendrían que venir. Y además añadieron esta oración tan bonita: "Señor, te pedimos que no nos dejes nunca de tu mano, que tu amor esté siempre entre nosotros. Haz, Señor, que nuestra casa sea tu templo favorito y nuestros corazones tu sagrario preferido".
La Reina Doña Sofía recuerda su conversión al catolicismo. Pocas diferencias había encontrado con la ordoxia griega en el terreno doctrinal -salvo el primado del Romano Pontífice-, pero le había llamado la atención, en lo referente a los sacramentos, que en su tierra no se acostumbraba a comulgar con la frecuencia que veía en España. En efecto, en Grecia, por lo visto, se suele comulgar una vez al año solamente, aunque no hay inconveniente en hacerlo más veces. A ella le llamó la atención el número elevado de personas que recibían la Eucaristía los domingos en España, y también que bastantes lo hicieran a diario. Admite que con el pasar del tiempo sufrió cierta decepción, porque había pensado que se trataría de cristianos buenísimos, pero no siempre era así:
El Papa se encontraba en Zaire. Se había reunido con los obispos del país y con otros de los territorios limítrofes y había cenado con todos ellos. Terminadas las despedidas, se retiró a su habitación en la nunciatura. El periodista italiano Angelo Riguetti y la española Paloma Gómez Borrero trabajaban en otra habitación y ya se preparaban para marchar al hotel, cuando vieron que Juan Pablo II se dirigía a la capilla. Se le notaba en su caminar y en su aspecto que iba cansado después de una jornada agotadora. Al verlos, les miró con afecto y les dijo:
Impresionan unas palabras que escribe San Antonio María Claret en su Autobiografía, pues recogen una experiencia de vida espiritual muy profunda: "Delante del Santísimo siento una fe tan viva que no lo puedo explicar. Casi se me hace sensible... Y estoy besando continuamente Sus Llagas y quedo finalmente abrazado con Él... Siempre tengo que separarme y arrancarme con violencia".
Santa Margarita María de Alacoque pasó por diversas pruebas porque nadie comprendía bien la situación de su alma. Hasta que llegó a su convento, como confesor, el Beato Claudio de la Colombière, que logró entenderla muy bien y dio serenidad a su espíritu. Al poco tiempo este sacerdote fue trasladado por sus superiores a otro lugar. La Santa acudió al Sagrario para quejarse humildemente, pero oyó bien claro que el Señor le decía. "¿No soy Yo suficiente para ti?"
Es conocido que Juan María Vianney no fue alumno brillante en el seminario. Había quien se planteaba si se le podrían conferir las sagradas órdenes: ¿sería realmente idóneo? El vicario general de la diócesis, Courbon, fue benévolo y -el tiempo bien lo ha demostrado- muy acertado en sus exigencias. Se limitó a preguntar si Juan María Vianney era piadoso, y se le dijo que sí; si era devoto de la Virgen María, y también la respuesta fue positiva; si sabía rezar el rosario: por supuesto que sí.
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April 2014
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