La vida de Santo Domingo Savio, fallecido a los quince años (1842-1857), la conocemos bien por la biografía que redactó su gran maestro San Juan Bosco. Domingo hizo la primera comunión a los siete años, en una época en nadie la hacía a tan corta edad (el decreto que la indicaba para la edad de la discreción, en torno a los siete años, dado por San Pío X en el año 1910, estaba aún por llegar...). Domingo lo consiguió por la ilusión que puso en ello, hasta el punto de que su párroco fue incapaz de negarle un deseo tan vehemente. Siempre recordó ese día como el más feliz de su vida. Unos años después escribió los propósitos que se había hecho al comulgar por vez primera: "1º Me confesaré muy a menudo y recibiré la sagrada comunión siempre que el confesor me lo permita. 2º Quiero santificar los días de fiesta. 3º Mis amigos serán Jesús y María. 4º Antes morir que pecar". Estas últimas palabras ya han quedado como una frase para historia.
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