Santo Tomás Moro, ya en su época de Lord-Canciller de Inglaterra, acostumbraba a ayudar a Misa en su parroquia de Chelsea todos los días. Una vez lo descubrió por casualidad uno de los hombres más importantes del reino, Thomas Howard, duque de Norfolk, y le comentó que le parecía shocking, chocante, y se preguntaba qué diría el rey si se enteraba de que un todo un Lord-Canciller se dedicaba a algo tan vulgar como hacer de monaguillo. Moro respondió que, conociendo al rey, seguro que le alegraría saber que su Canciller servía al Señor de ambos y de todos. Cfr. P. Berglar, La hora de Tomás Moro
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