A los pocos días fue a ver a su maestro y le expuso con claridad su pensamiento:
Un día San Juan Bosco le habló de que pensaba obsequiarle con un regalo que fuese de su agrado, y que le manifestara su preferencia por si podía acertar, pero el muchacho volvió a la carga con lo que realmente ocupaba su mente y su corazón:
-El regalo que le pido es que me ayude a ser santo. Quiero darme todo al Señor, para siempre; siento verdadera necesidad de hacerme santo; y si no me hago santo, no hago nada.
El relato de la vida de Santo Domingo Savio que nos ha dejado Don Bosco añade más. Un día se estaba explicando en clase la etimología de algunas palabras, y el chico preguntó:
-Domingo, ¿que significa?
Le contestaron:
-Domingo quiere decir del Señor.
E insistió ante San Juan Bosco:
-Vea usted si tengo razón al decirle que me haga santo; hasta el nombre dice que yo soy del Señor; luego yo debo y quiero ser santo, y no seré feliz mientras no lo sea.