Una niña de 13 años se negó. La abofetearon, pero no quiso obedecer. Llamaron al padre de la pequeña, los llevaron al templo y ante todo el pueblo rompieron el Sagrario y esparcieron las Sagradas Formas por el suelo. El padre de la pequeña ingresó en prisión. Desde la habitación en que le habían encerrado, el misionero pudo contemplar el sacrilegio.
Cfr. F.X. Fortán, El Sagrario y el Evangelio