Un hombre, que jamás había practicado la higiene "de tobillos para abajo", acudió al médico aquejado de dolor en los pies. El galeno, con una breve inspección ocular de la zona, aconsejó al paciente unos baños de pies con agua caliente y frote enérgico con estropajo metálico bien enjabonado:
-Verá como se sentirá muy aliviado.
-¡María, ven, corre, corre!
Acudió la mujer un tanto asustada:
-¿Pero qué pasa?
-Mira, fíjate: deditos, ¡como en las manos!