-Que me traigan a Shakespeare, que quiero hablar con él.
Luego pasó a explicar que llevaba bastantes años dedicándose al idioma inglés, y todavía sólo había logrado medio hablarlo; así que en el Cielo quería tener el disfrute de conversar fluidamente en ese idioma y nada menos que con el señor Shakespeare; ¡ahí es nada.!
-¡Ay, hijo, qué corto eres! ¡Yo no voy al Cielo para eso!
Cfr. J.L. Olaizola, Más allá de la muerte