Cierto día faltó una pala. El oficial a cargo se encolerizó y ordenó que la consiguieran, porque si no los mataría a todos. Y empuñó su arma. Se notaba que hablaba en serio.
En Milagro en el río Kwai, Ernest Gordon relata cómo los captores japoneses obligaron a los soldados escoceses a trabajar en la construcción de unas vías férreas que atravesaban la selva. Las condiciones eran deplorables y los guardias, brutales.
Cierto día faltó una pala. El oficial a cargo se encolerizó y ordenó que la consiguieran, porque si no los mataría a todos. Y empuñó su arma. Se notaba que hablaba en serio.
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XVIII domingo Ordinario. Ciclo C
4 de Agosto de 2013 Ecl 1,2;2,21-23 / Sal 89 / Col. 3, 1-5.9-11 / Lc 12, 13-21. El trabajo bien hecho realiza, ennoblece y santifica a quien lo hace.- Cuando el quehacer diario lo cumplimos sólo por el sueldo; porque nos ayuda un poco para aportar a la familia y tener el pan diario, olvidándonos de hacerlo bien por Dios y santificarnos mediante la perfección humana y sobrenatural con que lo hagamos, le quitamos su finalidad más alta.- Una trabajadora cristiana, que servía entre los desamparados de Londres, fue una verdadera inspiración para un hombre que la estaba observando. Cuando le preguntó que había inspirado su fe cristiana, ella le contó su historia. Como joven judía, había huido de la GESTAPO alemana en Francia, durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo a punto de que la capturaran, después de haber encontrado refugio en casa de un protestante francés. Vino de pronto una viuda cristiana diciéndole que debía escapar inmediatamente hacia un nuevo lugar. La muchacha judía le replicó:
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