Luego de recibir la medalla y las felicitaciones de su entrenador y sus compañeros de equipo, se dirigió a sus amigos. Uno de ellos le preguntó: Podíamos ver tus labios moverse pero no podíamos escuchar lo que decías. ¿Qué estabas murmurando?.
Un joven hombre estaba corriendo una carrera y se percató de que cada vez quedaba más atrás de los demás competidores. Sus amigos lo alentaban desde las líneas laterales, pero parecía que esto no surtía efecto. Sin embargo, de repente, sus labios comenzaron a moverse con regularidad, sus piernas incrementaron la velocidad, y para sorpresa y aliento de todos los espectadores que estaban viendo la carrera, comenzó a pasar uno por uno a sus competidores… ¡y ganó la carrera!
Luego de recibir la medalla y las felicitaciones de su entrenador y sus compañeros de equipo, se dirigió a sus amigos. Uno de ellos le preguntó: Podíamos ver tus labios moverse pero no podíamos escuchar lo que decías. ¿Qué estabas murmurando?.
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El silencio me despertó a las 5:30 una mañana. No se escuchaba el zumbido de las aspas del abanico, ni el tranquilizador murmullo de la nevera en el primer piso. Un vistazo por la ventana confirmó que un apagón había dejado a nuestro vecindario sin electricidad, justo cuando la gente se preparaba para ir a trabajar.
Me di cuenta de que los relojes despertadores no iban a sonar, y no íbamos a tener TV para ver las noticias. Las cafeteras, tostadoras, secadores de pelo y muchos teléfonos serían totalmente inservibles. Comenzar un día sin electricidad era simplemente un inconveniente y una interrupciónde la rutina. Pero parecía un desastre. El médico escocés A. J. Cronin (1896-1981) se vio obligado a ausentarse de su práctica de la medicina por razones de salud. Entonces decidió escribir una novela. Pero cuando iba por la mitad, se descorazonó y tiró el manuscrito en el bote de la basura.
Totalmente decepcionado, Cronin se encontraba caminando por las tierras montañosas de Escocia y vio a un hombre cavando en un pantano tratando de sacarle el agua para usarlo como pasto. Cuando Cronin conversó con él, el hombre dijo: «Mi padre cavó en este pantano y nunca consiguió hacer pasto. Pero mi padre sabía, y yo lo sé también, que es sólo cavando que se consigue hacer pasto. Así que sigo cavando.» La fortaleza de un hombre no está en el ancho de sus hombros. Está en el tamaño de sus brazos cuando abrazan.
La fortaleza un hombre no está en lo profundo del tono de su voz. Está en la gentileza que usa en sus palabras. La fortaleza de un hombre no está en la cantidad de amigos que tenga. Está en lo buen amigo que se vuelve de sus hijos. Un joven que iba en silla de ruedas entró a la biblioteca, acompañado de su maestra. Ésta me preguntó si yo, como bibliotecario, podría recomendarle al muchacho algún libro acerca de personas que hubieran superado un impedimento físico.
- Él sufrió un accidente automovilísticco hace un año y los médicos opinan que tal vez no vuelva a caminar. – Me explicó. "Tengo mil cosas que hacer, me tengo que apurar...", y mientras decía rápido una oración, salí de mi casa corriendo.
Durante el día no tuve tiempo de escuchar a los demás, no tuve tiempo de detenerme con quien me necesitaba... Demasiadas cosas que hacer, esta era mi queja constante. Y así, sin darme cuenta tuve tiempo de morir y cuando ante el Señor me presenté en sus manos un libro tenía, el libro de la Vida. Miró con tristeza en él y me dijo: "Tu nombre no puedo encontrar, alguna vez lo iba a escribir pero nunca tuve tiempo". Bob Wieland perdió ambas piernas en Vietnam. Para un atleta con sueños de una carrera en los deportes profesionales, la tragedia era especialmente difícil de llevar.
Bob no cayó en la destrucción de la amargura, por medio de su confianza en Dios y en su Palabra. “Hago lo mejor que puedo para aplicar la Palabra de Dios a mi vida, porque yo sé que funciona.” Bob tomo la Palabra de Dios, “echando toda vuestra ansiedad sobre el…”(1a Pedro 5:7), y clamaba, “la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza del hombre (1 Cor. 1:25). Este relato se trata de mi hija de 10 años, Sara, quien nació sin un músculo de uno de sus pies, por lo cual usa un aparato todo el tiempo.Un hermoso día de primavera llegó de la escuela y me dijo que había competido en las carreras, en los eventos competitivos de la escuela.
Debido al soporte de su pierna empecé a pensar rápidamente en algo que decirle para darle valor y animar a mi Sara, cosas que podría decir acerca de no dejar que esto la desanimara, pero antes de que yo pudiera decir algo, ella dijo: “¡Papi, gané dos de las carreras!”. Un padre llevó a su hijito a un largo paseo por el bosque. Como era pequeño, le llevó sobre sus hombros por mucho rato. Luego le puso de pie y le dijo que tendría que caminar hasta la casa. Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para dar un paso más.
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