El gran pintor italiano Rafael recibió el encargo del Papa Julio II de pintar una estancia del Vaticano bien famosa: la Stanza de Heliodoro. Hay entre los frescos uno dedicado a un milagro eucarístico muy conocido: "La Misa de Bolsena".
0 Comments
A menudo los demás son irrazonables, ilógicos y egoístas, perdónales, de todos modos.
Si eres bondadoso, quizá los demás te acusen de tener motivos egoistas, sé bondadoso de todos modos. Si tienes éxito, te ganarás algunos falsos amigos y algunos verdaderos enemigos. Ten éxito de todos modos. Un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enojado en ese momento.
El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio un puntapié al perro porque la hizo tropezar.
Hoy Jesús tiene precio. Y es vendido. Como se vende una cosa, un animal, un servicio; pero no una persona. Dios se había hecho hombre. Hoy se hace mercancía. Treinta monedas de plata. Los sumos sacerdotes aceptaron el precio que Judas les propuso. Les salió barato. También hoy, Jesús se vende barato. En el mercado actual de valores, Jesús se cotiza bajo. Al menos frente al oro, al placer, a la fama mundana, al poder. Y todos, sin excepción, lo hemos vendido ya alguna vez. Porque eso es, en definitiva, el pecado: vender a Jesús a cambio de unas monedas de egoísmo, en cualquiera de sus formas.
Lunes del amor que unge los pies de Jesús. Es María de Betania, con una libra de perfume de nardo auténtico, "muy costoso". Así es el verdadero amor: no mira el precio. Da lo mejor que tiene. El amor unge a la persona amada. Ungir es darle otro aroma. Ella puede oler mal. Los pies de Jesús no dejaban de ser pies. El amor de Maria les dio un olor muy diferente. Así es el amor: cambia lo desagradable en deleitoso y lo repugnante en inspirador.
V domingo Cuaresma Ciclo C
17 de marzo de 2013 Is 43, 16-21 / Sal 125 / Flp 3, 8-14 / Jn 8,1-11. El domingo anterior escuchamos la parábola de la misericordia; pero aquello fué una semejanza para ilustrar a quienes la oyéramos; eran comparaciones y ejemplos con las que nos encontramos todos los días. Hoy, hermanos, con el Ev. de la mujer sorprendida en adulterio, estamos ante hechos reales, con personas que tienen un nombre, una historia y algún día darán cuenta de sus obras. Había ido el Señor, la noche anterior, al huerto de los olivos; ahí pasó la noche, retirado del ruido y preparándose para empezar desde temprano su actividad evangelizadora en el templo. Todo lo que dice, y todo lo que hace; palabras, silencios, actitudes, milagros y gestos, tienen la misma finalidad: comunicar un mensaje, hablar de su Padre, del Reino; acercarse a cada hombre; curar las heridas que deja el pecado; cicatrizar sus huellas; animar para que cada uno tenga valor para “vivir o para morir”. Un día, la Madre Teresa de Calcuta, encontró sobre un montón de basura una mujer moribunda que le dijo que su propio hijo la había dejado abandonada allí. La Madre la recogió y la llevó al hogar de Kalighat. Aquella mujer no se quejaba de su estado sino de que hubiera sido su propio hijo quien la dejó allí. No podía perdonarle... La Madre Teresa, que quería que aquella mujer muriese en gracia de Dios, trataba de convencerla:
¿Qué crimen tan brutal ha cometido este hombre, que ha tenido que pagarlo con una muerte tan horrorosa?, preguntó un mahometano a un sacerdote refiriéndose a un crucifijo que tenía en la mesa. - Él no cometió ningún crimen -respondió éste-; era completamente inocente.
¡Señor perdónales porque no saben lo que hacen! Estas fueron casi las últimas palabras que Jesús dijo antes de morir en la Cruz. Dios perdona siempre que le pedimos perdón, pero desafortunadamente no todos los hombres tienen la costumbre de pedir perdón y de terminar con cosas o actitudes que ofendan al Señor.
|
Archivos
April 2014
Categorías
All
|