P. Alejandro Ortega LC
No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios. ¡Señor, sí, Tú siempre quieres lo mejor para mí! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero mientras quieras.
P. José Pedro Manglano Castellary
Martes del adiós. Jesús se despide de sus apóstoles. Sabe que pronto se irá. ¡Y de qué manera: traicionado por uno de ellos! Despedirse siempre duele. Tanto más cuanto más se ama. Jesús se conmueve profundamente. Los apóstoles no habían sido fáciles: hombres rudos y duros de entendimiento. Tuvo que reprenderlos muchas veces. Pero los amaba. ¡Y cuánto! Todos nos hemos despedido alguna vez de personas muy queridas. ¡Cómo sangra el corazón! Fue ésta la primera sangre derramada por Jesús. Y ya no dejará de derramarla hasta que una lanza le atraviese el Corazón en el Calvario. Recordemos hoy alguna despedida, lejana o reciente, que nos haya hecho sangrar el corazón. Ofrezcamosle así a Jesús nuestra cercanía en este día. P. Alejandro Ortega LC Jesús vuelve a Jerusalén. Pasan por el lugar de la higuera maldecida. Al ver el templo, profetiza que será destruído. Los discípulos están tristes porque Jesús les anuncia que dentro de dos días le matarán. Los cristianos, como Él, hemos aprendido a cumplir siempre la voluntad de Dios Padre, por encima de todo. Por ejemplo, Juana de Arco, cuando estaba al frente de sus soldados franceses, en una gran batalla contra Inglaterra, Dios le anuncia que ese día será herida. Entonces una amiga suya le dice que no vaya a pelear. Y Juana le contesta en tono irónico: "sal tú y di a mis generales que Juana de Arco no luchará porque tiene miedo a ser herida". Y salió valerosamente al frente de sus soldados, y fue gravemente herida. No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios. ¡Señor, sí, Tú siempre quieres lo mejor para mí! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero mientras quieras. P. José Pedro Manglano Castellary
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