-¿Cómo te las arreglaste con todo? -le preguntó Mirta-. Tener dos bodas en el mismo mes debe haber sido muy difícil.
-No lo creas -contestó Juana-. Fe mucha la alegría y el honor de ayudar a mis hijos en sus bodas. Estaba feliz por hacerlo.
Mirta y Juana, que eran dos viejas amigas, fueron a almorzar a su restaurante favorito. Mirta felicitó a Juana por los recientes matrimonios de su hijo e hija.
-¿Cómo te las arreglaste con todo? -le preguntó Mirta-. Tener dos bodas en el mismo mes debe haber sido muy difícil. -No lo creas -contestó Juana-. Fe mucha la alegría y el honor de ayudar a mis hijos en sus bodas. Estaba feliz por hacerlo.
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En la novela de Julio Verne "La isla misteriosa", se habla sobre cinco hombres que se escapan de un campo de prisioneros de una Guerra Civil mediante el robo de un globo. Al elevarse en el aire se dan cuenta que el viento los lleva hacia el océano. Mientras observan cómo la tierra firme desaparece en el horizonte, se preguntan cuánto tiempo logrará permanecer el globo en el aire.
A medida que pasan las horas y el globo se aproxima a la superficie del océano, los hombres deciden que deben arrojar algo pesado a bordo porque no tienen forma de calentar el aire del globo. A regañadientes, arrojan zapatos, abrigos y armas, y los preocupados viajeros sienten que su globo se eleva. La enfermera acompañó a un joven cansado y ansioso hasta la cama de un hombre mayor. Su hijo está aquí, le susurró al paciente. Tuvo que repetir esas palabras varias veces antes que los ojos del paciente se abrieran. Estaba bajo los efectos de un fuerte sedante debido al dolor por su ataque al corazón, y veía confusamente al joven parado en el exterior de su carpa de oxígeno.
Extendió su mano y el joven la tomó firmemente con las suyas, transmitiéndole un mensaje de aliento. La enfermera trajo una silla al lado de la cama. Toda la noche el joven estuvo sentado sosteniendo la mano del anciano y dándole suaves palabras de esperanza. El moribundo no decía nada y mientras se sostenía firmemente de su hijo. Pedro el Grande gobernaba desde un palacio lleno de algunas de las más exquisitas obras de arte producidas en el mundo de ese tiempo. Sin embargo, cuando meditaba en el amanecer, se preguntaba cómo era posible que los hombres fueran tan tontos que no se levantaran todas las mañanas para contemplar una de las escenas más gloriosas del universo.
“Se deleitan”, dijo, “mirando un cuadro, el trabajo insignificante de un mortal, y a la vez descuidan uno pintado por la mano de la Deidad misma. Por mi parte, voy a hacer que mi vida sea lo más larga que pueda, y por eso voy a dormir lo menos posible”. El australiano James H. Jauncey escribe en Talking With the Heart: Cierta vez casé a un soldado noruego con una joven mexicana. Él hablaba poco de inglés, pero nada de español. Ella no hablaba ni inglés ni noruego.
Jamás sabré cómo llegaron a casarse. Y ni siquiera me imagino lo que será su futuro en cuanto a la comunicación se refiera. No obstante, a pesar de las malas condiciones lingüísticas, tenían una ilimitada y mejor posición que muchas parejas que dominan por completo el idioma. Esta extraña pareja había superado con creces el mensaje de amor mutuo y parecían tener una extraordinaria relación. La felicidad para algunos es acumular riqueza, obtener un buen empleo, que nuestros deseos se cumplan, ganarnos un nombre y fama. Sin embargo, sólo aquellos que están contentos con su vida y se sienten felices con la felicidad de otros realmente han comprendido en qué consiste la verdadera felicidad.
El gozo que uno obtiene de los placeres externos es temporal. Le verdadera felicidad puede disfrutarse por dentro. Cuando nuestros pensamientos son puros, cuando no nos preocupamos por nimiedades, solo entonces, podemos disfrutar de la verdadera felicidad. Un hombre de 92 años, bajo, muy bien vestido, quien cuidaba mucho su apariencia, se está cambiando a una casa de ancianos hoy. Su esposa de 70 años murió recién y él se vio obligado a dejar su hogar. Después de esperar varias horas en la recepción, gentilmente sonríe cuando le dicen que su cuarto está listo.
Conforme camina lentamente al elevador, usando su bastón, yo le describo su cuarto, incluyendo la hoja de papel que sirve como cortina en la ventana. “Me gusta mucho”, dijo, con el entusiasmo de un niño de 8 años que ha recibido una nueva mascota. XXIII domingo Ordinario. Ciclo C
8 de septiembre del 2013 Sab 9,13-19 / Sal 89 / Flm 9b-10.12-17 / Lc 14,25-33. Hermanos, la más hermosa carta de recomendación de la literatura Bíblica y de la literatura universal es, sin duda, la cartita pequeña, -consta de menos de 400 palabras-, y es la más bella exposición de la delicadeza, la solicitud, el respeto de S. Pablo para su discípulo Filemón, y su amor por Onésimo a quien recomienda ante su antiguo amo de quien Onésimo había sido esclavo y del que se escapó. Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
“Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba”. Viéndose el lobo burlado, insistió: “El año pasado injuriaste a mis padres”. Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón. |
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