Oh Señora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos á tu Hijo.
Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Señor, por las prerrogativas que mereciste y por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro, bendito por siempre y sobre todas las cosas, así como por tu medio se dignó hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, así nos haga participantes también por tu intercesión de su gloria y felicidad.