Charles Plumb, era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam. Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil. Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión norvietnamita. A su regreso a Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión.
Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:
Le dijo “Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron verdad?” “Y usted, ¿cómo sabe eso?”, le preguntó Plumb.
Plumb casi se ahogó de sorpresa y con mucha gratitud le respondió.
“Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí.”
Estando solo Plumb no pudo dormir esa noche, meditando:
¿“Se preguntaba Cuántas veces vi en el portaviones a ese hombre y nunca le dije buenos días, yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero?”
Pensó también en las horas que ese marinero paso en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.
Ahora, Plumb comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia:
¿”Quién empacó hoy tu paracaídas?”.
Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual.
A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en el momento oportuno sin que se los pidamos. Dice la palabra de Dios que amemos más a quienes han servido, porque ellos aprecian su vida y las de los demás. En esas personas que sirven, se ve reflejado Jesús, que durante su vida nos enseña que el no vino a ser servido, sino a servir.
Tal vez nos ha pasado que hemos dejado de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien, o al menos, decir algo amable sólo porque sí.
Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién empaca tu paracaídas, y agradécelo. Aunque no tengas nada importante que decir, envíale este mensaje a quien o a quienes alguna vez lo hicieron. Y también mándaselo a quienes todavía no lo han hecho.
Las personas a tu alrededor notarán ese gesto, y te lo devolverán empacando tu paracaídas con ese mismo afecto. Todos necesitamos de todos, por eso demuéstrales tu agradecimiento.
A veces las cosas mas importantes de la vida solo requieren de acciones sencillas: solo una llamada, un buen día, una sonrisa, un por favor, un gracias, un te quiero, un te amo.
Gracias por todos los favores que sin merecerlos recibí de ti y nunca te agradecí.
Por último, convirtámonos en aquellas personas que empacan los paracaídas de los demás, haciéndolo con amor y teniendo siempre el ejemplo de Jesús.
¡Dios te bendice!
Bernardo Daniel Treviño Caballero
Coordinador de Creando Conciencia