Estaba un día escuchando una emisora de radio –la Cope, para más señas– y comenzaron un programa dedicado a tres niñas a las que se les había iniciado el proceso de Beatificación y Canonización. Yo ya conocía a una de ellas: Alexia, a que tenía y tengo por muy santa. La madre, Moncha, relató al final del programa, como anécdota muy representativa de cómo era su hija, algo que he encontrado en una de las biografías (cfr. M. A. Monge, Alexia) y refiero seguidamente. Fue por la época de su primera confesión y primera comunión. Un día, después de confesarse, hizo la niña una genuflexión delante del Sagrario sin prisas y con la conciencia de quien sabe que ahí está Jesucristo, tal como la madre le había enseñado. |
–¿Sabes, Alexia? Yo no sé si te he dicho alguna vez que es bonito decirle algo cariñoso al Señor, cuando hacemos la genuflexión ante el Sagrario.
Ella se quedó mirándola con sus grandes ojos muy abiertos y una expresión entre asombrada y divertida, mientras decía con gran convencimiento:
–¡Claro, mamá! Yo le digo: Jesús, que haga siempre lo que Tú quieras.
La madre sólo pudo aprobar aquello. Y se quedó muy impresionada, porque esa frase nunca se la había enseñado. ¿Sería una moción del Espíritu Santo? Parece que esta frase contiene el programa de lo que fue siempre la vida de aquella pequeña.
Así como está pequeña te invito a ti principalmente a hacer dos cosas en este inicio del tiempo pascual:
- La primera es que te dejes llevar por la mano guiadora de Dios y lo dejes hacer durante todo este tiempo (y si es por el resto de tu vida, mejor) su Voluntad. Verás que por medio de Él muchas cosas saldrán adelante y cosas que tu esperabas resultados satisfactorios, serán resultados perfectos, porque por medio de ti esta actuando el Señor. No te resistas y confíale tus preocupaciones, molestias y problemas que se te pueden presentar cada día, incluso aquellos que tu creas que para Dios son insignificantes. Si dejas que el Señor te guíe en todo momento de tu vida, verás lo feliz que llegarás a ser.
- La segunda cosa es que compartas a Jesús resucitado, en este tiempo de alegría, a todos tus hermanos que tienes a tu alrededor o mediante las redes sociales. Comprobamos nuevamente que nuestro Dios es un Dios vivo y por lo tanto está presente en todas nuestras acciones, seamos pues, imagen viva de Cristo con el ejemplo. Tenemos la misión de compartir la Palabra de Dios y que Jesús sea conocido y reconocido en todos los rincones de la Tierra. Esta tarea no sólo es de los sacerdotes y misioneros, también es la de todos los bautizados. Aprovecha, entonces, este tiempo de Pascua para hacer su Voluntad y agradecerle que por su muerte y resurrección nos ha salvado y regresado a la vida.
¡Viva Jesús resucitado!
Bernardo Daniel Treviño Caballero
Coordinador de Creando Conciencia