Durante un dialogo entre estos tres personajes se cruzaron las siguientes Palabras:
Padre: Hija yo siempre los revisaba después que tú los hacías y esta vez lo hice nuevamente, quizás cometí algún error.
Hijo menor: Papá no te culpes porque yo después que tu revisaste las amarras las safé y las hice nuevamente para demostrar que solo era suficientemente capaz para lograrlo.
Nuestro Padre celestial es Soberano sobre nuestras vidas y no deja nada al azar preocupándose por cada detalle en ellas. Cuando confiamos más en nuestras limitadas fuerzas y capacidades que en Su poder, Amor y Justicia caemos desde lo alto de la montaña y sufrimos traumatismos severos que solo nuestro Padre puede sanar con la preciosa y limpia sangre de Cristo Jesús por medio de Su Gracia redentora e infinita misericordia. “…porque separados de mí nada podéis hacer.”