P. Alejandro Ortega LC
Hazle tú hoy compañía al Señor, que está solo. Haz el propósito de no abandonarle nunca, y de visitarle con frecuencia en el sagrario.
P. José Pedro Manglano Castellary
Día del amor hasta el extremo. Día de la Eucaristía. Porque eso es el Sacramento: amor hasta el extremo. Amor que supera cualquier límite. Los grandes límites del amor han sido siempre el tiempo, la distancia y la división. La Eucaristía es el amor de Jesús del Jueves Santo. Dos mil años después, recibimos ese mismo amor intacto, fresco y lozano. Las manos de Jesús son recientes en cada Hostia; cada una está recién salida de su Corazón. La Eucaristía es el amor que Jesús derramó en Palestina. Hoy no existe un amor más cercano y presente en todo el planeta; llega hasta el último corazón de la tierra. La Eucaristía es el amor de Jesús rechazado y crucificado por el pecado; por la división del hombre con Dios, con los demás y con nosotros mismos. La Eucaristía supera toda división. Ella es Comunión. Es reconciliación con Dios, con los demás y con nosotros mismos. En verdad, la Eucaristia es amor hasta el extremo; amor que vence los limites del tiempo, la distancia y la división. Agradezcamos y adoremos hoy la Eucaristía: modelo de amor humilde pero tenaz; silencioso pero elocuente; respetuoso pero al mismo tiempo tan audaz que se atreve a entrar hasta lo más íntimo de nuestro corazón. P. Alejandro Ortega LC La última Cena. Por la mañana del Jueves, Pedro y Juan se adelantan para preparar la cena en Jerusalén. A la tarde llegaron al Cenáculo. Allí Jesús lavó los pies uno a uno. Luego, sentados a la mesa celebra la primera Misa: les da a comer su Cuerpo y su Sangre y les ordena sacerdotes a los Apóstoles para que, en adelante, ellos celebren la Misa. Judas salió del Cenáculo antes, para entregarle. Jesús se despidió de su Madre y se fue al huerto de los Olivos. Allí sudó sangre, viendo lo que le esperaba. Los discípulos se durmieron. Llegó Judas con todos los de la sinagoga y le da un beso. Entonces, le cogieron preso y todos los Apóstoles huyeron. Lo llevan al Palacio de Caifás, el Sumo Sacerdote. Le interrogan durante toda la noche: no duerme nada. Hazle tú hoy compañía al Señor, que está solo. Haz el propósito de no abandonarle nunca, y de visitarle con frecuencia en el sagrario. P. José Pedro Manglano Castellary
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