Algunas personas dicen que él nunca debió haber llegado a los ocho meses. Otros dicen que este querido niño no debió haber nacido, o que debieron haberlo dejado morir después que nació.
Pero ¿no es su vida tan valiosa como la de un bebé enfermo sin el cromosoma de más? ¿No somos todos de igual valor a los ojos de nuestro Creador? ¿No somos todos deficientes de alguna manera?
Nuestra falta de perfección debería recordarnos que nadie tiene derecho a juzgar la valía de otro.
Nuestras imperfecciones son oportunidades de que Dios obre en nuestra vida. Eso fue lo que Jesús dijo a sus discípulos cuando ellos le preguntaron por qué un hombre había nacido ciego. Dijo que sucedió para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9:3
Si Dios no tuviera un propósito para nosotros, no estaríamos aquí.