-¿Por qué están comiendo pasto?
-No tenemos dinero para comida, dijo el pobre hombre. Tenemos que comer pasto.
-Bueno, entonces Uds. vengan a mi casa y yo los alimentaré dijo el abogado.
-Que vengan también, dijo el abogado. Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:
-Ud. también venga.
El hombre, en una voz lastimosa dijo:
-Pero Sr. yo también tengo esposa y seis hijos conmigo.
-Que vengan ellos también. Respondió el abogado.
Entraron todos en el auto, lo que no fue fácil, aún para un automóvil tan grande como la limusina. Una vez en camino, uno de los pobres tipos lo miró al abogado y dijo:
-Sr. Ud es muy bueno. Gracias por llevarnos a todos con Ud.
El abogado dijo:
-Feliz de hacerlo, les va a encantar mi casa. El pasto está como de tres metros de alto.
Asombro sin duda estaba en el rostro de quienes esperaban recibir algo mejor. Con Dios podemos estar seguro de que él tiene lo mejor para nosotros. Él no nos agrega más miseria, sino total bendición.