Seguramente era una broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, unos 50 años, pero ¿cómo iba a saber su nombre? Entregué el exámen sin contestar la última pregunta.
Nunca olvidé esa lección, y supe luego que su nombre era Dorothy. Todos somos importantes. Este es un curso acelerado de relaciones humanas en el trabajo.
A propósito, ¿ya se hizo la misma pregunta?
Pobres y ricos, esclavos y ciudadanos, comerciantes y soldados, hombres y mujeres, sanos y enfermos, negros y blancos, etc., todos, absolutamente todos, somos iguales ante Dios.