No tenía miedo porque vivía en una ciudad pequeña y vivía solo unas cuantas manzanas del lugar. Mientras caminaba a su casa, oró a Dios para que la mantuviera sana y salva de cualquier peligro. Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a su casa, decidió tomarlo; sin embargo, cuando iba por la mitad, vió a un hombre parado al final del callejón y parecía estar esperando por ella.
Al día siguiente, leyó en el periódico que una chica había sido violada en aquel mismo callejón unos 20 minutos después de que ella pasara por allí.
Sintiéndose muy mal por esa tragedia y pensando que pudo haberle pasado a ella, comenzó a llorar dando gracias a Dios por haberla cuidado y le pidió que ayudara a la otra joven; decidió ir a la policia, pensando que podría reconocer al hombre, y les contó su historia.
El policía le preguntó si estaría dispuesta a identificar al hombre que vió la noche anterior en el callejón; ella accedió y sin dudar reconoció al hombre en cuestión. Cuando el hombre supo que había sido identificado, se rindió y confesó.
El policia agradeció a Diana su valentía y le preguntó si había algo que pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le preguntaran al hombre porqué no la atacó a ella cuando pasó por el mismo callejón.
Cuando el policia le preguntó al hombre él contestó:
- “Porque ella no estaba sola, habían dos hombres altos caminando uno a cada lado de ella”.
Fuente: www.renuevodeplenitud.com