"¡Son suyas!, se dice José María, ¡Pobre sacerdote! ¡cuánto frío estará pasando!"
Este hecho le remueve el corazón.
"Si ese carmelita es capaz de sacrificarse así por amor a Dios, ¿qué es lo que yo debo hacer por Él?
Nadie se da cuenta, pero a "partir de ese momento, siente grandes deseos de acercarse a Dios. Comienza a oír la Santa Misa y a comulgar a diario; a confesarse más a menudo; a ofrecer todos los días sacrificios por amor a Dios y a los demás."
Señor, y yo ¿qué deberé hacer por Ti?
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
P. José Pedro Manglano Castellary