“¿Que andas buscando muchacho??
“Mi llave la he perdido?”
Y arrodillados los dos, se pusieron a busr la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el sabio:
“¿Dónde la perdiste?”
“¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?
“Por que aquí hay luz”.
Reflexión: ¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?.