Hijo, vas a tener que echarlo al agua – dijo el padre.
El protestó diciendo:
Pero nunca lograremos atrapar otro pez tan grande como éste.
Miró a su alrededor y vió que nadie más estaba en el agua para observar la situación, pero por el tono de su padre, el sabía que no era un asunto que podía discutirse. Cuidadosamente quitó el anzuelo de la boca del pez y con mucha delicadeza lo regresó al agua.
El niño estaba en lo cierto, nunca ha vuelto a pescar un róbalo tan grande, pero lo que si recuerda es la lección que su padre le enseñó aquella noche:
LO CORRECTO HAY QUE HACERLO NO SÓLO CUANDO ALGUIEN TE ESTE MIRANDO.
Fuente: www.renuevodeplenitud.com