-¿Cuánto dan señores? -gritó-, ¿quién empezará a apostar por mí?
-Un dólar, un dólar- alguién replicó, después dos dólares.
-¿Sólo dos?
-Dos dólares y ¿quién da tres?, tres dólares, a la una; tres dólares a las
dos; y van tres…
Cesó la música y el rematador, con una voz silenciosa y baja dijo: -¿Cuánto me dan por el viejo violín? y lo levantó en alto con el arco.
-Mil dólares y… ¿quién da dos? -¡Dos mil!, ¿Y quién da tres? Tres mil a la una, tres mil a las dos; y se va y se fue, -dijo.
La gente aplaudía, pero algunos decían: “No entendemos bien, ¿qué cambió su valor?”. La respuesta no se hizo esperar: “¡La Mano del Maestro!” Que una melodía celestial brote hoy de tu vida, si te dejas usar en las manos del Maestro por excelencia.
Fuente: www.renuevodeplenitud.com