21 de abril de 2013
Hch 13,14.43-52 / Sal 99 / Ap 7,9.14b-17 / Jn 10,27-30.
Toda Vocación, hermanos en la fe, se gesta en la familia; y lo que decimos de las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, también lo afirmamos para la vocación al matrimonio. Los elementos que condicionan el éxito de cada vocación valen en primer lugar para la familia cristiana: LA AMISTAD CON CRISTO; EL DON TOTAL DE SI MISMO A DIOS; Y VIVIR EN COMUNIÓN, así lo menciona el Santo Padre Benedito XVI en su mensaje anual preparado para este día. Si el matrimonio es cristiano -no sólo se llama sino lo es-, y matrimonio cristiano significa Cristo en medio, como Alguien que tiene la primacía en el hogar; y si los esposos comprendiendo su misión se dan a Dios en la entrega de sí mismos a la vocación de consortes y padres, educadores y defensores de sus hijos, y permanecen unidos a Dios y entre ellos, el mensaje que dan es tan elocuente que otros, al verlos, verán por contraste la diferencia de quienes viven su fe y quienes viven al margen de Dios.