Un día, la Madre Teresa de Calcuta, encontró sobre un montón de basura una mujer moribunda que le dijo que su propio hijo la había dejado abandonada allí. La Madre la recogió y la llevó al hogar de Kalighat. Aquella mujer no se quejaba de su estado sino de que hubiera sido su propio hijo quien la dejó allí. No podía perdonarle... La Madre Teresa, que quería que aquella mujer muriese en gracia de Dios, trataba de convencerla:
0 Comments
Pedro había sido un hombre muy favorecido por la vida. Había tenido unos padres cariñosos y una niñez feliz. Su mente era despierta y siempre sacó buenas notas. Tuvo éxito en la vida y su posición social era más que desahogada. Se casó con una mujer guapa, excelente ama de casa y buena madre de familia; además adoraba a Pedro a quien consideraba el mejor hombre del mundo... En resumen: Que tuvo una existencia feliz, en una atmósfera tranquila, libre de tensiones y de frustraciones. Su vida, pues, había sido irreprochable, gozando de una merecida buena reputación.
"Por defender su pureza, San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal , San Bernardo se zambulló en un estanque helado... Tú, ¿Qué has hecho?", escribía el beato José María.
La madre que tiene el pequeño en la cuna, trabaja arreglando las cosas de la casa; plancha, limpia..., pero siempre está pendiente del hijo. Esta madre tiene presencia del hijo, no lo pierde de vista.
Lo mismo que esa madre podemos hacer nosotros con el Señor. Mientras estudiamos, mientras hacemos deporte, cuando estamos en clase, cuando vamos por la calle, a la hora de comer, al meternos en la cama, y en todas las circunstancias en que nos podamos encontrar, son situaciones en las que si nos empeñamos podemos hablar con el Señor, decirle una jaculatoria, pedirle ayuda, etc... No te traigo el ejemplo de un héroe del siglo XIII. Te pongo el ejemplo de una chiquilla catalana de nuestro tiempo, de hace unos días.
Este es el ejemplo de una muchacha que sonríe para que pase inadvertido su dolor. Le gusta la música, el canto, los bailes populares. La sardana la baila como ninguna. Y sobre todo le gusta el contacto directo con la Naturaleza. Tiene diecisiete años. Le encantan las excursiones. Su alegría es contagiosa. A su lado nadie puede estar triste. En Logroño; un diciembre especialmente frío; la ciudad cubierta de nieve. El santo José María tiene unos 14 años y va camino del colegio. De pronto, algo llama poderosamente su atención: -Pero... ¿qué es eso? ¡Son huellas de pies descalzos que se alejan! ¿A quién pertenecerán?
¿Cuántos amigos has acercado a Dios este mes? ¿Y este año? ¿Y el año pasado? ¿Y en toda tu vida?
"En septiembre de 1980 -cuenta la Madre Teresa de Calcuta-, estuve en el Berlín Oriental, donde íbamos a abrir nuestra primera casa en un país bajo gobierno comunista. Llegué de Berlín Occidental con una hermana que debía quedarse allí para iniciar la labor. Habíamos solicitado el correspondiente visado, pero como no nos lo habían concedido todavía, le dijeron que sólo podría permanecer en el Berlín Oriental durante 24 horas; son muy estrictos en eso...
IV domingo Cuaresma Ciclo C
10 de marzo de 2013 Jos 5,9a.10-12 / Sal 33 / 2Cor 5,17-21 / Lc 15,1-3.11-32. Cuando Nuestro Señor -en medio de cobradores de impuestos y pecadores- contó por primera vez la parábola del hijo pródigo, descubrió ante todos, y aun ante sus críticos, una faceta nueva y más brillante de su bondad. Sus enemigos, con un calificativo bastante descortés, dijeron: “Este, recibe a los pecadores y come con ellos”. Recibir a alguien a nuestra conversación o a nuestra casa es educación; pero comer con ellos es compañerismo, amistad y confianza. Nos encontramos, hermanos, ante la más hermosa de todas las parábolas de la Escritura y de la que hemos de quedar para siempre agradecidos porque se revela Jesucristo como misericordioso, comprensivo, delicado ante la llaga del hombre que ha pecado, al que se acerca para curarlo. ¿Qué crimen tan brutal ha cometido este hombre, que ha tenido que pagarlo con una muerte tan horrorosa?, preguntó un mahometano a un sacerdote refiriéndose a un crucifijo que tenía en la mesa. - Él no cometió ningún crimen -respondió éste-; era completamente inocente.
|
Archivos
April 2014
Categorías
All
|