Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza". Otro discípulo le dijo: "Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos". Reflexión En este pasaje Jesús les muestra a sus discípulos dos de las condiciones para seguirlo, la primera es: estar dispuesto a todo y aceptarlo todo por amor, y la segunda es no ponerle condiciones, pues el Reino tiene prioridad. Es importante el recordar estos dos elementos de la vida cristiana pues nos encontramos en un mundo que ha hecho de nuestra vida una vida cómoda y placentera, lo cual es un regalo de Dios que no debemos despreciar, sin embargo, nos puede llevar, si no estamos atentos, a rehusar el sacrificio que muchas veces implica el seguimiento de Jesús y la observancia del Evangelio. Nuestros pies y nuestras manos deben estar siempre dispuestos para la construcción del Reino, de manera que, aun despreciando nuestra comodidad, podamos ser testigos del amor de Dios. La pereza (espiritual y física) sólo produce hastío y limitan nuestro crecimiento en el amor y el servicio. No condiciones a Jesús, mantén siempre como prioridad la construcción del Reino y la vida evangélica y tu vida será efectivamente la de un auténtico discípulo. Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. Pbro. Ernesto María Caro | "Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos". |
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