Seguramente se puede decir que ha odiado el pecado cualquier alma santa, pero en el caso de San Juan Bosco hay buenos testimonios de que en él efectivamente estaba bien arraigado ese sentimiento de repulsa. Alguna vez dijo que prefería que ardiera mil veces el Oratorio que él había fundado con tantos desvelos, a que en él se cometiera un pecado. El Oratorio, en el barrio de Valdocco de la ciudad de Turín, había llegado a albergar a cuatrocientos chicos. Con el paso de los años nacerían centros de formación de esa índole por todas partes y con gran éxito. En el terreno personal hay que reseñar que desde joven fue muy penitente, hasta el punto de que su director espiritual tuvo que moderarle algo sus mortificaciones. Y también desde muy joven practicó la Confesión semanal, aunque a veces le supusiera grandes sacrificios.
0 Comments
Leave a Reply. |
Archivos
April 2014
Categorías
All
|