Confiesa, por ejemplo, que para ella ha supuesto una lección de humildad. A las madres les gusta presumir muchísimo de hijos muy listos y muy guapos, y éste no es el caso de Jaime; pero le quiere como querría a la más guapa y a la mas inteligente de las criaturas. También le ha enseñado a valorar las cosas pequeñas, "aquellas que por ser cotidianas y corrientes -señala- van perdiendo su valor. Todo el mundo busca en las personas grandes gestos, grandes acciones... él no las tiene ni nunca las tendrá. Ni siquiera habla, pero he aprendido a disfrutar y a descifrar con él diminutos, gestos que nos han unido y nos han permitido comunicarnos". Ocurre que menudencias -una simple tos- llega a significar una petición de afecto, porque ha experimentado que cuando tose siempre tiene a su madre al lado para investigar qué le pasa, y, así, cosas insignificantes acaban por alcanzar un valor muy especial para los que aman al chico, un niño al que se le quiere por ser quien es y tal como es.
Relata una madre madrileña el nacimiento de su hijo Jaime, afectado por el síndrome de Down, y más disminuido todavía a causa de una severa epilepsia, un síndrome de West, que le deteriora el cerebro y le convierte en un deficiente profundo. El paso de los años le ha demostrado que Jaime no es una "tragedia" para la familia; más aún: le deben muchas cosas. Confiesa, por ejemplo, que para ella ha supuesto una lección de humildad. A las madres les gusta presumir muchísimo de hijos muy listos y muy guapos, y éste no es el caso de Jaime; pero le quiere como querría a la más guapa y a la mas inteligente de las criaturas. También le ha enseñado a valorar las cosas pequeñas, "aquellas que por ser cotidianas y corrientes -señala- van perdiendo su valor. Todo el mundo busca en las personas grandes gestos, grandes acciones... él no las tiene ni nunca las tendrá. Ni siquiera habla, pero he aprendido a disfrutar y a descifrar con él diminutos, gestos que nos han unido y nos han permitido comunicarnos". Ocurre que menudencias -una simple tos- llega a significar una petición de afecto, porque ha experimentado que cuando tose siempre tiene a su madre al lado para investigar qué le pasa, y, así, cosas insignificantes acaban por alcanzar un valor muy especial para los que aman al chico, un niño al que se le quiere por ser quien es y tal como es. Cfr. Fundación Síndrome de Down de Cantabria, Revista, diciembre de 1994
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