El conocido escritor francés André Frossard se convirtió un día 8 de julio, en el que entró en un templo de París sólo porque dentro se encontraba un amigo suyo. Al salir ya era católico. No estaba bautizado ni había recibido jamás instrucción religiosa. Comenzó a recibir enseñanza cristiana de manos de un buen sacerdote y todo cuanto le enseñaba le llenaba de gozo. Sólo una cosa le sorprendió: la Eucaristía. Escribe: "No es que me pareciese increíble; pero me maravillaba que la caridad divina hubiese encontrado ese medio inaudito de comunicarse y, sobre todo, que hubiese escogido para hacerlo el pan que es alimento del pobre y alimento preferido de los niños. De todos los dones esparcidos ante mí por el cristianismo, ése era el más hermoso". Cfr. A. Frossard, Dios existe, yo me lo encontré
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