-Madre, ¿qué hacemos aquí tantas horas?
Y ella respondió:
-Hija mía, pedir a Dios que se aumente la comunidad.
También tiene su miga que insistiera la buena religiosa:
-Si no tenemos qué comer, ¿Para qué muchas hermanas?
No se arredró la Fundadora. Ya saldrían adelante. Lo importante era ser muchas más para extenderse por el mundo entero, que había mucha tarea por llevar a cabo.
Cfr. J.M. Javierre, Soledad de los enfermos