Se habla de un individuo que estaba apoyado en la puerta de una casa y ni se molestaba en tocar el timbre. Por fin alguien salió del interior de la vivienda y se topó con el que esperaba.
-Sí. He oído que es aquí donde dan un premio al más perezoso, y yo venía...
-En efecto, es aquí, pase usted.
Y el de la puerta responde algo mosqueado:
-¿Cómo que entre? Oiga, a mí me tienen que entrar, ¿sabe?