-Estas son las orejas de aquellos que en la tierra oyeron la palabra de Dios pero no purificaron su corazón; y allí están las lenguas de aquellos que hablaron llenos de piedad y de fe, pero no vivieron de acuerdo con lo que decían. Las orejas y las lenguas de estos hombres están en el Cielo, pero ellos han ido a parar al Infierno.
Resulta que hay una curiosa leyenda japonesa que cuenta lo siguiente: había un piadoso budista que había muerto y fue llevado al Cielo por una diosa (la diosa de la misericordia). Allí vio muchas cosas magníficas. Y también algo incomprensible: sobre una larga mesa había muchas lenguas y muchas orejas humanas. Al estilo de la Divina Comedia de Dante, o de los Sueños de Quevedo, interrogó a la diosa sobre el particular, y ella le dijo: -Estas son las orejas de aquellos que en la tierra oyeron la palabra de Dios pero no purificaron su corazón; y allí están las lenguas de aquellos que hablaron llenos de piedad y de fe, pero no vivieron de acuerdo con lo que decían. Las orejas y las lenguas de estos hombres están en el Cielo, pero ellos han ido a parar al Infierno. Cfr. A. Filchner, Venid niños y escuchad
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