Fuente: ANÉCDOTAS Y VIRTUDES, III. JULIO EUGUI
Del escritor Bruce Marshall recordamos con gusto novelas de su primera época -luego decae bastante-, como: El mundo, la carne y el Padre Smith, A cada uno su denario y El milagro del Padre Malaquías. Curiosa fue su conversión al catolicismo. Se había educado en un rígido puritanismo protestante y, según cuenta, no estaba acostumbrado a ver cómo se exterioriza la alegría, cosa tan sana y tan propia de un cristiano, que tiene motivos para vivir contento. Las ceremonias religiosas a las que solía asistir estaban impregnadas de seriedad y de rigidez. Pero, hete aquí que un día se llevó la gran sorpresa. Asistió por primera vez en su vida a una Misa católica con motivo de la primera comunión de un compañero, y, en medio de la celebración, se le escapó del bolsillo una moneda. La moneda fue rodando por el pasillo central del templo, ante la mirada curiosa de los presentes y del mismo sacerdote, hasta ir a desaparecer engullida -¡también es mala suerte!- por la única rejilla de la calefacción existente a varios kilómetros a la redonda. La cosa es que al sacerdote le dio la risa, y a los demás feligreses se les contagió la risa del sacerdote.... El pequeño Bruce no salía de su asombro, y pensó al mismo tiempo: "ésta debe ser la Iglesia verdadera; aquí la gente se ríe". Fuente: ANÉCDOTAS Y VIRTUDES, III. JULIO EUGUI
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